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Ars, Artis

 Mientras estudio los métodos cuantitativos y cualitativos, escucho una playlist titulada "A playlist for 19th century villian rejoicing..." y solo puedo pensar en mis chingadas ganas de haber sido artista.

Recuerdo que la obsesión comenzó cuando mi mamá me llevaba a Coyoacán a ver teatro callejero, al centro a escuchar músicos independientes, al metro Hidalgo a ver películas y cuando me habló por primera vez de Manuel Acuña, aquel que se suicidó por un amor, ningún espíritu romántico podrá ser equiparable a tal acto.

Yo era una niña gorda y solitaria que vio en el arte un mundo posible, una navegación tórrida y excitante. Me acuerdo de la primera vez que vi los murales de la UNAM y una pintura al óleo, me gustaba pensar en el proceso creativo e idealizaba al autor, alto, color aceituna de barba tupida. Después, supe que había mujeres artistas y mi alma se llenó de inspiración, me maravillé de la vida de Frida Kahlo y de la escritura de Bárbara Wood.

Sigo siendo la misma niña gorda que se maravilla con la capacidad de cración que tenemos en nuestro interior. Siempre he sostenido que has fallado como ser humanx si nunca te quisiste dedicar a alguna bella arte. Yo, por Dios, casi todo lo he intentado: canto, danza, música, pintura y literatura. Esta última, pasión de mi vida, relación lésbica y tormentosa, me ha costado llanto, celos, coraje, desprendimientos, viajes, mutismo, dolor, tristeza y agonía.

La he sufrido en carne propia porque no solo estudié literatura, quiero hacer literatura, aunque sea de esa chafa posmoderna, llena de enter y palabras domingueras. Me atrevo a decir que he nacido para las letras, pero muy a mi modo, a un modo desordenado, casi ignorante, poco soberbio y obtuso. 

Como buena niña gorda e idealizadora, me he soñado en escenarios adversos en el que les doy gusto y soy abogada, los que me llenan la piel de ronchas. No sé si elegí el camino correcto, pero, al menos, perseguí la senda que de niña me maravillaba: el arte, la creación, las letras. Soy un ser sensible y sonoro, un libro con olor a humedad. Sin embargo, de algo me arrepiento, no he tenido los ovarios para ser artista, no creo arte y en eso le he fallado a mi yo niña. .

He escrito estas breves palabras mientras caen mis lágrimas en mis mejillas, regreso a mi investigación. Ahora mi cabeza está en las nubes, en aquel lugar donde se encuentra la creación, mientras mi cuerpo está pegado a la tierra en espera de esa transmutación.


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