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Mostrando las entradas de 2021

Ars, Artis

 Mientras estudio los métodos cuantitativos y cualitativos, escucho una playlist titulada "A playlist for 19th century villian rejoicing..." y solo puedo pensar en mis chingadas ganas de haber sido artista. Recuerdo que la obsesión comenzó cuando mi mamá me llevaba a Coyoacán a ver teatro callejero, al centro a escuchar músicos independientes, al metro Hidalgo a ver películas y cuando me habló por primera vez de Manuel Acuña, aquel que se suicidó por un amor, ningún espíritu romántico podrá ser equiparable a tal acto. Yo era una niña gorda y solitaria que vio en el arte un mundo posible, una navegación tórrida y excitante. Me acuerdo de la primera vez que vi los murales de la UNAM y una pintura al óleo, me gustaba pensar en el proceso creativo e idealizaba al autor, alto, color aceituna de barba tupida. Después, supe que había mujeres artistas y mi alma se llenó de inspiración, me maravillé de la vida de Frida Kahlo y de la escritura de Bárbara Wood. Sigo siendo la misma niña

Escritora de clóset

 Siempre he envidiado (y temido) a dos tipos de personas: a aquellas que desde niños saben lo que quieren y luchan por ello y a las que se tatúan. Esta aversión se debe a la determinación que las caracteriza.  Hace dos días, un morro me preguntó, "¿para qué escribes, Xo?" , a lo que le respondí, cursimente, pues tenía en la cabeza un fragmento de las cartas de Rilke, "por necesidad". Se cagó de la risa (literal) y comenzó a atacarme con "yo no creo en vivir para escribir, yo escribo para vivir, pues he ganado dinero con tales obras (insertar presunción y diálogos mamones)...", el típico bato cagapal0, el "yo-yo", el genio de la Roma, protegido de una vaca sagrada del arte, adinerado y para acabarla de chingar, güerito.  Otro morro salió en mi defensa, "ella es una escritora de clóset" . ¡Ovarios! ahora resulta que además de ser una imbécil, cursi, morena y pobre ¡estoy en el clóset de la escritura! ¿Eso existe? Pff, me sentí fatal, com

¿Qué son los sueños?

 Mientras preparo un examen y escucho una playlist llamada This playlist will make you fell a greek goddess in a ruin garden, pienso sobre los sueños, pero no de esos Freudianos sino de aquellos que una quiere alcanzar cuando tiene exceso de futuro.  Para empezar y como buena hispanista (me mama mam4r), antes de dar la etimología de "sueño", debo decir que la palabra es polisemántica, ya que alude a dos acepciones: 1. al acto de dormir y 2. a la representación de imágenes de alguien que duerme, y me atrevo a decir, que hay una tercera: la planificación del futuro.  Las acepciones provienen del latín somnus y somnium , respectivamente. A lo que voy, dejando de farolear es que, aunque la palabra derive en distintos significados, para mí siempre tendrá uno: lo  intangible. No importa cuántas libretas haya escrito con mis sueños, no importa cuánto le pida al universo que converja a mi favor (como si a Saturno le importase), nunca se cumplen o, en su forma tangible, aparecen como

Hoy me puse a llorar

Detesto tener que decidir. Me gustan las opciones, soy una mujer que le fascina hacer listas de posibilidades, analizar los riesgos y las ganancias y nunca tomar un camino. Por largo tiempo me la jugué sin ser una jugadora real, no tolero fracasar y sentir que no soy suficiente, pero tampoco soporto triunfar y creer que lo soy, ¡vaya estupidez! Todo lo que empieza debe terminar y mi tiempo de indecisión llegó a su fin. La introspección tocó a mi puerta, le abrí y me preguntó: "¿Quién chingados eres?" Jija de la fregada, la introspección es una señorona sabia y puntillosa. ¿Quién soy en este momento? No lo sé, todavía no lo descubro. Voy para 30 años, 3 décadas o 6 lustros, como lo quieras ver y todavía no tengo un camino. Recuerdo que en Friends todos alcanzaban sus metas cuando cumplían 30, hasta el Joey consiguió otro pato y otro pollo con quienes compartir su aislamiento de "f*uckboy". ¿Por qué la realidad es diferente? Estoy a dos años de esa edad y nada que con

Morir sin morir

Te he abandonado varios meses para poder dedicarme a mis cosas, así como una madre abandona a la cría para que esta sobreviva sola.  Sin embargo, tú dependes de mi ingenio para existir y yo dependo de ti para no volverme loca.

¿Y qué has hecho?

Aunque tengo varias cosas que hacer, no quiero hacerlas. La pesadez ha tocado mis párpados, todo intento de movimiento ha sido aniquilado. No he dormido bien, no consigo conciliar el sueño, la duda del mañana carcome mis entrañas y llena con su pinche aura toda mi calma. ¿Qué haré? ¿Qué será de mí?  Y eso me lleva a otro tema: Detesto rotundamente la pregunta obligada "¿qué has hecho?" Cómo si realmente les importara, únicamente quieren que por cortesía les preguntes lo mismo para restregar todo su éxito en las narices de la fracasada. Y aunque les interesara mi vida, la respuesta es clara: nada. No, no tengo hijos, no me he casado, no tengo pareja, no me he titulado, no he aprendido a comunicarme con los muertos... No tengo una vida llena de falsas esperanzas y metas grabadas en la piel. Soy demasiado cobarde para dejarme y tocar fondo y demasiado comodina para apartarme de mi zona de confort. Pa

De perfiles y otros vicios.

 No debo revisar perfiles de personas que no conozco, aunque es grande la tentación. Entiendo que las redes sociales son una extensión más de la ficción, podemos inventar la vida del intelectual o del viajero que siempre quisimos tener aunque el único libro que hayamos leído fuese El Principito . Está en nosotros el decidir qué queremos mostrar y cómo lo queremos representar. Peeeero, esta entrada no es una apología de la ficción, es más un recordatorio: NO hacer conjeturas de la vida de las personas de los perfiles que veo en internet. NO , repite conmigo, ¡NO! Porque es normal autosabotearse al ver que la morra que fue aceptada en la convocatoria (quien además de bella, tiene amigos y sabe escribir), es mucho mejor que yo o que el tipo galán es médico, nieto y sabe cocinar, puede ser la pareja ideal. Estamos rodeados de imágenes, en términos domingueros, vivimos en una iconósfera en la que predominan los elementos visuales por encima de los escritos. La verdad, por consiguiente, es

¿Volví?

No he escrito porque he estado marchita . La calma pesa más que la tempestad. Resilientes los años pesan y ahogan en profunda melancolía las barcas de la esperanza. La muerte, el dolor y la enfermedad azota al mundo. Somos un llanto colectivo, víctimas y victimarios que esperan alivio y sueñan con el fin de la pandemia. * *.    .* ¿Para qué escribo? ¿Por qué escribo? Si soy un fracaso, una gran nada, un vacío, un silencio. Intento de todo, despertar con el corazón henchido de emoción por el nuevo día, probar una y otra vez, trabajar y esforzarme.  Siempre pierdo, nunca gano.  A fin de cuentas , ¿qué es el éxito y qué es el fracaso?  Me duele pensar que la escritura es la única meta, el único fin que he perseguido desde que aprendí a leer. Algunas nacemos para nunca salir de las sombras, para imaginar la bonanza en los días venideros, y ser como Villamil (muy a la Galdós), unas optimistas disfrazadas con la piel de la pesimista. En cada resignación se esconde, tímida y vagabunda la espe