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Mostrando las entradas de enero, 2018

¿A quién engaño?

He bloqueado de la memoria las pequeñeces con las que se consolidan las grandes historias autoinventadas que rompen con la delicada tela de la monotonía en la que se envuelve la supremacía del no cambiar nada. ¿A quién engañaré si la ficción de un mundo perfecto se ha ido por el escusado y sólo me queda la tristeza? La cruel, pero verdadera tristeza de saberte solo, sin comparsa, caminando por el "valle de lágrimas". Porque del engaño y del llenar el vacío nace el amor. Un arbitrio pasajero, la estocada al corazón. El subterfugio perfecto para la pendejez propiamente humana. ¿A quién engañaré si he pasado noches en vela intentando disimular que con abrazos profanos me basta para continuar? ¿A quién engañaré si la piel nació para ser tocada y mis brazos para ser llenados por cuerpos candorosos y las hojas en blanco, oh, las perras en blanco, nacieron para ser mancilladas con escarnio poético por el bien que nunca ha de ser venidero?

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No había escrito porque no tenía de qué quejarme. Ayer en un arranque de amor propio decidí dejarte. No más conmiseraciones, eres un ave, cruza el cielo y atraviesa el mar. Yo soy un árbol, encadenado a la tierra, incapaz de moverse por mutuo propio, necesito una leve brisa para que mis hojas a su compás bailen.    Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.    Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.

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Estoy nuevamente en el suelo. No hay mejor forma de pasar el rato para un ocioso que el de inventarse tragedias. Yo soy ociosa. El golpe de la tristeza abofeteó con crudeza mi autoestima. Se ha convertido en algo natural y constante.

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No había escrito porque no tenía de qué quejarme. Ayer en un arranque de amor propio decidí dejarte. No más conmiseraciones, eres un ave, cruza el cielo y atraviesa el mar. Yo soy un árbol, encadenado a la tierra, incapaz de moverse por mutuo propio, necesito una leve brisa para que mis hojas a su compás bailen.    Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.    Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.

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No había escrito porque no tenía de qué quejarme. Ayer en un arranque de amor propio decidí dejarte. No más conmiseraciones, eres un ave, cruza el cielo y atraviesa el mar. Yo soy un árbol, encadenado a la tierra, incapaz de moverse por mutuo propio, necesito una leve brisa para que mis hojas a su compás bailen.    Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.    Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.

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No había escrito porque no tenía de qué quejarme. Ayer en un arranque de amor propio decidí dejarte. No más conmiseraciones, eres un ave, cruza el cielo y atraviesa el mar. Yo soy un árbol, encadenado a la tierra, incapaz de moverse por mutuo propio, necesito una leve brisa para que mis hojas a su compás bailen.    Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.    Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.

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No había escrito porque no tenía de qué quejarme. Ayer en un arranque de amor propio decidí dejarte. No más conmiseraciones, eres un ave, cruza el cielo y atraviesa el mar. Yo soy un árbol, encadenado a la tierra, incapaz de moverse por mutuo propio, necesito una leve brisa para que mis hojas a su compás bailen.    Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.    Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.