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Mostrando las entradas de marzo, 2021

¿Y qué has hecho?

Aunque tengo varias cosas que hacer, no quiero hacerlas. La pesadez ha tocado mis párpados, todo intento de movimiento ha sido aniquilado. No he dormido bien, no consigo conciliar el sueño, la duda del mañana carcome mis entrañas y llena con su pinche aura toda mi calma. ¿Qué haré? ¿Qué será de mí?  Y eso me lleva a otro tema: Detesto rotundamente la pregunta obligada "¿qué has hecho?" Cómo si realmente les importara, únicamente quieren que por cortesía les preguntes lo mismo para restregar todo su éxito en las narices de la fracasada. Y aunque les interesara mi vida, la respuesta es clara: nada. No, no tengo hijos, no me he casado, no tengo pareja, no me he titulado, no he aprendido a comunicarme con los muertos... No tengo una vida llena de falsas esperanzas y metas grabadas en la piel. Soy demasiado cobarde para dejarme y tocar fondo y demasiado comodina para apartarme de mi zona de confort. Pa

De perfiles y otros vicios.

 No debo revisar perfiles de personas que no conozco, aunque es grande la tentación. Entiendo que las redes sociales son una extensión más de la ficción, podemos inventar la vida del intelectual o del viajero que siempre quisimos tener aunque el único libro que hayamos leído fuese El Principito . Está en nosotros el decidir qué queremos mostrar y cómo lo queremos representar. Peeeero, esta entrada no es una apología de la ficción, es más un recordatorio: NO hacer conjeturas de la vida de las personas de los perfiles que veo en internet. NO , repite conmigo, ¡NO! Porque es normal autosabotearse al ver que la morra que fue aceptada en la convocatoria (quien además de bella, tiene amigos y sabe escribir), es mucho mejor que yo o que el tipo galán es médico, nieto y sabe cocinar, puede ser la pareja ideal. Estamos rodeados de imágenes, en términos domingueros, vivimos en una iconósfera en la que predominan los elementos visuales por encima de los escritos. La verdad, por consiguiente, es

¿Volví?

No he escrito porque he estado marchita . La calma pesa más que la tempestad. Resilientes los años pesan y ahogan en profunda melancolía las barcas de la esperanza. La muerte, el dolor y la enfermedad azota al mundo. Somos un llanto colectivo, víctimas y victimarios que esperan alivio y sueñan con el fin de la pandemia. * *.    .* ¿Para qué escribo? ¿Por qué escribo? Si soy un fracaso, una gran nada, un vacío, un silencio. Intento de todo, despertar con el corazón henchido de emoción por el nuevo día, probar una y otra vez, trabajar y esforzarme.  Siempre pierdo, nunca gano.  A fin de cuentas , ¿qué es el éxito y qué es el fracaso?  Me duele pensar que la escritura es la única meta, el único fin que he perseguido desde que aprendí a leer. Algunas nacemos para nunca salir de las sombras, para imaginar la bonanza en los días venideros, y ser como Villamil (muy a la Galdós), unas optimistas disfrazadas con la piel de la pesimista. En cada resignación se esconde, tímida y vagabunda la espe