No había escrito porque no tenía de qué quejarme. Ayer en un arranque de amor propio decidí dejarte. No más conmiseraciones, eres un ave, cruza el cielo y atraviesa el mar. Yo soy un árbol, encadenado a la tierra, incapaz de moverse por mutuo propio, necesito una leve brisa para que mis hojas a su compás bailen.
Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.
Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.
Fui al mar. "Mi pesar es más grande que el mar", quería fundirme en él y arrebatarme la vida que no pedí tener. Regresé con tristeza acumulada, durante mi estancia en el rincón acuoso no sentí nostalgia, melancolía o tristeza, ellas en triada de bienvenida se alojaron a mi regreso en mi ser profano, impuro y malévolo.
Es un precio a pagar: el que ama y entrega todo, se pierde a sí mismo. Sufrimiento innecesario, sufrimiento casi impuesto. Mañana reanudaré labores. Las calles continúan ausentes.
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