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¿Así o más?

No he escrito nada porque no tengo de qué hablar, últimamente sólo me quejo. La vida de adulta no es lo que yo había imaginado, sinceramente siempre había pensado que llegaría a ser exitosa, creí con inocencia lo que los demás opinaban de mí, mal hecho. El ego herido habla desde su rechazo, nada duele más que saberte ajena al mundo que te habían prometido. ¿A dónde iré? Hoy observé el cielo y la supuesta tormenta que se avecinaba sólo hizo que me recogiera en mis aposentos a esperar que rompiera la lluvia. Y si eso hago con la vida? Veo un signo poco favorable y huyo. **** ***** ******* P E N S A M I E N T O S    El amor y la ansiedad son pésimos complementos, agua y aceite, noche en un día cálido.  No hay nada que reconforte mi alma como el café. ¿Por qué es tan difícil ser feliz? Tengo el corazón empanizado con el polvo de mis supuestos fracasos. Navegar aunque no haya mares que surcar.  Estrepitosos gritos de ayuda, ecos mudos de dolor. Nunca ser escritora, nunca nadie va a leerte.
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Ars, Artis

 Mientras estudio los métodos cuantitativos y cualitativos, escucho una playlist titulada "A playlist for 19th century villian rejoicing..." y solo puedo pensar en mis chingadas ganas de haber sido artista. Recuerdo que la obsesión comenzó cuando mi mamá me llevaba a Coyoacán a ver teatro callejero, al centro a escuchar músicos independientes, al metro Hidalgo a ver películas y cuando me habló por primera vez de Manuel Acuña, aquel que se suicidó por un amor, ningún espíritu romántico podrá ser equiparable a tal acto. Yo era una niña gorda y solitaria que vio en el arte un mundo posible, una navegación tórrida y excitante. Me acuerdo de la primera vez que vi los murales de la UNAM y una pintura al óleo, me gustaba pensar en el proceso creativo e idealizaba al autor, alto, color aceituna de barba tupida. Después, supe que había mujeres artistas y mi alma se llenó de inspiración, me maravillé de la vida de Frida Kahlo y de la escritura de Bárbara Wood. Sigo siendo la misma niña

Escritora de clóset

 Siempre he envidiado (y temido) a dos tipos de personas: a aquellas que desde niños saben lo que quieren y luchan por ello y a las que se tatúan. Esta aversión se debe a la determinación que las caracteriza.  Hace dos días, un morro me preguntó, "¿para qué escribes, Xo?" , a lo que le respondí, cursimente, pues tenía en la cabeza un fragmento de las cartas de Rilke, "por necesidad". Se cagó de la risa (literal) y comenzó a atacarme con "yo no creo en vivir para escribir, yo escribo para vivir, pues he ganado dinero con tales obras (insertar presunción y diálogos mamones)...", el típico bato cagapal0, el "yo-yo", el genio de la Roma, protegido de una vaca sagrada del arte, adinerado y para acabarla de chingar, güerito.  Otro morro salió en mi defensa, "ella es una escritora de clóset" . ¡Ovarios! ahora resulta que además de ser una imbécil, cursi, morena y pobre ¡estoy en el clóset de la escritura! ¿Eso existe? Pff, me sentí fatal, com