Detesto tener que decidir. Me gustan las opciones, soy una mujer que le fascina hacer listas de posibilidades, analizar los riesgos y las ganancias y nunca tomar un camino.
Por largo tiempo me la jugué sin ser una jugadora real, no tolero fracasar y sentir que no soy suficiente, pero tampoco soporto triunfar y creer que lo soy, ¡vaya estupidez! Todo lo que empieza debe terminar y mi tiempo de indecisión llegó a su fin.
La introspección tocó a mi puerta, le abrí y me preguntó: "¿Quién chingados eres?" Jija de la fregada, la introspección es una señorona sabia y puntillosa. ¿Quién soy en este momento? No lo sé, todavía no lo descubro. Voy para 30 años, 3 décadas o 6 lustros, como lo quieras ver y todavía no tengo un camino. Recuerdo que en Friends todos alcanzaban sus metas cuando cumplían 30, hasta el Joey consiguió otro pato y otro pollo con quienes compartir su aislamiento de "f*uckboy". ¿Por qué la realidad es diferente? Estoy a dos años de esa edad y nada que consigo un buen empleo, el título, una maestría o, al menos, escribir un libro de cuentos marranos y heme aquí frente a la computadora escuchando a Portishead y comiendo papas, las que me producen granos.
Y yo lo sé, hay personas preocupadas en sobrevivir, sin embargo, este es mi mundo, no conozco más y siento que me está aplastando. Inocentemente mis únicas metas eran escribir y suicidarme (tengo un recordatorio de eso). Ahora, de p*ndeja me quito la vida, estoy aferrada a conseguir algo que me llene de orgullo, algo que me provoque satisfacción cuando vea mi gordo trasero en el espejo.
¿Cómo vas tú? Si sigues en la senda del perdedor (dispensa si no utilizo el lenguaje inclusivo, no es porque no quiera sino porque todavía no aprendo a usarlo), te abrazo con el alma, pero si eres una ganadora, entonces te juntas con la gente equivocada.
Guardaré la Gille' y sacaré el libro de cuentos, al menos si esta noche no muero, la ansiedad por ser "alguien" me matará el sueño.
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| Cristina Rivera Garza, "El día en que murió Juan Rulfo", p. 32. |
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