Mientras preparo un examen y escucho una playlist llamada This playlist will make you fell a greek goddess in a ruin garden, pienso sobre los sueños, pero no de esos Freudianos sino de aquellos que una quiere alcanzar cuando tiene exceso de futuro.
Para empezar y como buena hispanista (me mama mam4r), antes de dar la etimología de "sueño", debo decir que la palabra es polisemántica, ya que alude a dos acepciones: 1. al acto de dormir y 2. a la representación de imágenes de alguien que duerme, y me atrevo a decir, que hay una tercera: la planificación del futuro. Las acepciones provienen del latín somnus y somnium ,respectivamente.
A lo que voy, dejando de farolear es que, aunque la palabra derive en distintos significados, para mí siempre tendrá uno: lo intangible. No importa cuántas libretas haya escrito con mis sueños, no importa cuánto le pida al universo que converja a mi favor (como si a Saturno le importase), nunca se cumplen o, en su forma tangible, aparecen como Cheetos, torcidos, decolorados y de olores extraños.
Desde niña entendí que debía "soñar" con base en lo que podía lograr, a senda estupidez mi santo padre le llama "madurez" y me volví realista e irónica, ya que en el fondo, muy en el fondo, soñaba que aquella niña gorda de cachetes grandes pudiese ser amada y exitosa. ¡Me faltó fe y me sobró esperanza!
Y aquí me atrevo a compararme con Villamil, personaje de Miau de Galdós, hombre pesimista y arrogante que cubre con espinas su débil carne de optimismo porque, es más fácil que algo cague a los deseos a que estos se vuelvan realidad y no, no depende del talento o del tesón, wey, intervienen múltiples factores ajenos a nosotros, ¿en serio crees que es tan fácil?
Vivo con la carga del pesimista y la doble moral del optimismo. Llevo en mis espaldas la soledad de ser una soñadora y la resignación de solo vivir en mi sueño lo que jamás podré vivir despierta.
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Fragmento, Miau, Benito Pérez Galdós |
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