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"Es más fácil escribir para hacer llorar que para hacer reír" porque la tristeza es una devoción humana hacia la historia personal de cada ser.

He sentido la extraña ligereza y la dulce miel de la felicidad y loca por su agrado he sentido todo mal, al saber que como ave peregrina ha de mudar por otros vientos... Y me quedo con las reminiscencias de la fugacidad del momento, con las ausencias...
Y comparto en corazón de multitud la agonía de la muerte de un momento.

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¿Así o más?

No he escrito nada porque no tengo de qué hablar, últimamente sólo me quejo. La vida de adulta no es lo que yo había imaginado, sinceramente siempre había pensado que llegaría a ser exitosa, creí con inocencia lo que los demás opinaban de mí, mal hecho. El ego herido habla desde su rechazo, nada duele más que saberte ajena al mundo que te habían prometido. ¿A dónde iré? Hoy observé el cielo y la supuesta tormenta que se avecinaba sólo hizo que me recogiera en mis aposentos a esperar que rompiera la lluvia. Y si eso hago con la vida? Veo un signo poco favorable y huyo. **** ***** ******* P E N S A M I E N T O S    El amor y la ansiedad son pésimos complementos, agua y aceite, noche en un día cálido.  No hay nada que reconforte mi alma como el café. ¿Por qué es tan difícil ser feliz? Tengo el corazón empanizado con el polvo de mis supuestos fracasos. Navegar aunque no haya mares que surcar.  Estrepitosos gritos de ayuda, ecos mudos de dolor. Nunca ser escritora, nunca ...

Ars, Artis

 Mientras estudio los métodos cuantitativos y cualitativos, escucho una playlist titulada "A playlist for 19th century villian rejoicing..." y solo puedo pensar en mis chingadas ganas de haber sido artista. Recuerdo que la obsesión comenzó cuando mi mamá me llevaba a Coyoacán a ver teatro callejero, al centro a escuchar músicos independientes, al metro Hidalgo a ver películas y cuando me habló por primera vez de Manuel Acuña, aquel que se suicidó por un amor, ningún espíritu romántico podrá ser equiparable a tal acto. Yo era una niña gorda y solitaria que vio en el arte un mundo posible, una navegación tórrida y excitante. Me acuerdo de la primera vez que vi los murales de la UNAM y una pintura al óleo, me gustaba pensar en el proceso creativo e idealizaba al autor, alto, color aceituna de barba tupida. Después, supe que había mujeres artistas y mi alma se llenó de inspiración, me maravillé de la vida de Frida Kahlo y de la escritura de Bárbara Wood. Sigo siendo la misma niña...